¿Quién no se equivocó?
¿Quién no cortó las alas
de su propio corazón
con un error imperdonable?
¿Quién no lo dio todo
y amó a sabiendas
de las incertidumbres?
Aquellas iniciales encriptadas
en alguno de los tatuajes
de un cuerpo desnudo,
no eran el código de barras
de otro de los productos
del carrito de tu compra.
Ninguna de esas marcas
te daba derecho al desprecio,
ni al arrojo en el cubo de la basura
de un saludo,
y menos aún a la acusación
de tus mayores de las falacias:
la mentira y la negación
de lo que tanto había sido.
Blanca Flores para fresas. Ya en diciembre.
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