Este poema es para mí,
para darme cuenta de lo que tengo.
Y sólo para que tú aprendas,
que el pronombre tú lleva tilde
y que el determinante posesivo,
por mucho que posea, la pierde.
Miro a través de los cristales mojados,
y escucho el viento huracanado que silba
por los resquicios de alguna ventana mal cerrada.
Este dolor de cabeza, de una mala resaca
me nubla la mirada y el significado de las palabras.
Y me preguntó a mí misma,
porque me empeciné en creérmelo todo,
porque impenitentemente cada día de mi vida
quise convencerme de que todos sabían lo que era ser persona.
Quiero saber si se puede vaciar el contenido
de los términos, y si Saussure tuvo la culpa
porque ya no se lleva agotar la botella de coñac.
Y ahora como una viciosa empedernida de mi poesía,
busco la manera de olvidar recordando,
de imaginarme lo que es andar descalza llevando zapatos...
Estoy intentando entender
porque pueden quedarme tan grande la soledad y el silencio
si todavía no han salido las estrellas.
Y quiero aprender que las lágrimas no son desahogo
y no puedo. Mi vocabulario ya ha agotado los sinónimos
para estos versos y yo lloro.
Y seré una gangrena, y esto será una tortura,
con la incógnita de quién fue el que no supo valorar
que las ilusiones no vienen en papel de celofán envueltas.
Yo ya sé que el cariño ni se compra ni se vende porque sale de dentro,
que no lleva etiqueta y que el rechazo hace daño a quién siente,
al que confía en los sentimientos y supone que existen
como las risas, las nubes, la música,
la letra de mi canción
y estas teclas del ordenador con el que ahora escribo.
Y a veces, los impulsos me llevaron a tirar el lastre
por la balaustrada, a admitir decididamente
que la tres XL de la entrepierna no sirven para nada,
que cantidad no es calidad, y que ni lo uno ni lo otro dan la talla,
que no todo se devuelve en los grandes almacenes.
Pero no puedo, será que me vence el orgullo y no me resigno.
Me rebelo y me pongo una medias nuevas,
me pinto los labios y busco el sol en este día encapotado...
Este frío me paraliza.
Y sigo dándole vueltas a la incapacidad,
de dar el sol de los lunes, el zumo de los viernes,
la crítica de los recortes de prensa...
Quiero entender y no puedo,
si lo que hay en el devenir
son puñales o es sarcasmo,
que también es licencia literaria.
Si el error estuvo en pedir o en donar,
porque no está el valor
en que se quite de un regalo el precio.
Fue demasiado suponer
y me he encontrado con seres hechos a jirones
que provocan hieráticos desencantos.
Así que me tragaré como
Quijote,
los "duelos y quebrantos" de mi cazuela de barro.
Hoy también he descubierto que con hache y sin hache,
viene arpía en el diccionario.
Para
Vaivén, poemario todavía inédito e inconcluso.