Este poema es para recordarte
que estoy contigo.
Que la mañana se levanta plomiza,
que el calor ahoga,
que los vaivenes quieren jugarnos
una mala pasada
pero que nos levantaremos.
Que aquí nadie se baja
en la próxima estación.
Que estoy contigo y que puedes contar conmigo.
Porque a pesar de todo,
no vamos a mirar para otro lado.
Que el tiempo cura las heridas
y el trabajo señala el camino.
Que siempre hay alguna sonrisa de niño,
una cara amable y el olor de un nuevo perfume.
Aunque hoy no sepamos si son peores:
los enemigos o los adversarios,
Tú no estás solo.
Voy a olvidarme del paragüas, del impermeable
y de las botas de agua.
Creo que toca de nuevo, meterse en los charcos
y salpicar. Viene bien para el calor.
Desenvainar las espadas,
montar a caballo
y cruzar y pisar y remontar
porque se puede,
porque hace falta,
porque ellos ladran.
Han excavado una insondable fosa,
entre unos y otros.
Pero te aseguro, que no seremos las plañideras.
Ya pasó el muerto y nosotros,
no estuvimos con velas en ese entierro.
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