25 de mayo de 2012

De pactos, listas, negociaciones, negocios y acuerdos.



Hay una pregunta que desde hace mucho tiempo nos hacemos todos aquéllos que de una u otra manera estamos preocupados por el devenir de la práctica política, que por otro lado está tan devaluada en la actualidad. Y es si ¿existen otras formas de hacer política? ¿La transparencia podría ser ciertamente real? ¿Qué diferencias existen entre democracia representativa y democracia participativa y cuando una u otra son más adecuadas de llevar a cabo?

Sobre la operatividad, los pactos, los acuerdos, la negociación.... podríamos llevarnos muchos días planteando cuestiones de toda índole. Porque las máximas no siempre funcionan, porque llevar a cabo sin reglamentos o estatutos la posibilidad de articular la participación dificulta la igualdad y la real participación y porque aún así, hay circunstancias que obligan a la toma de decisiones incluso excepcionales en situaciones problemáticas, conflictivas o de difícil resolución. Excepciones y excepcionales a las que hay que recurrir, cuando sobre todo y ante todo cuando deben priorizarse, por responsabilidad política, los objetivos y los intereses de la organización. 

Cada persona tiene un ideal de forma de hacer política, cada una resolvería de forma distinta un conflicto, pero son todas esas formas ¿las adecuadas?, ¿las más transparentes?, ¿las más justas?....

Realizar experimentos de laboratorio sin seriedad, en medio del alboroto, de las prisas, sin documentos previos escritos que garanticen la ejecución del procedimiento entre otras cuestiones porque no esté preestablecido, condenan al fracaso cualquier intento innovador, por atractivo que parezca, de nuevas formas de hacer política.  

No sólo son necesarios la existencia de estatutos, reglamentos y formas aplicables a todos, sino que deben estar correctamente y legalmente establecidos para que de alguna forma las decisiones puedan someterse a la votación de todos y todas los miembros de una organización sin exclusiones, sin críticas perversas y sin actuaciones injustas.
La experiencia, la madurez política, la flexibilidad para cambiar por la decisión más adecuada a cada momento son elementos con los que deberíamos movernos en la práctica política para ajustarnos a las situación más idóneas según los objetivos que se hayan planteado por parte de un contexto político determinado.   

El reconocimiento hacia las personas que por su condición, trayectoria, capacidad, experiencia, trabajo realizado... le otorguen la situación de autoridad, debe respetarse aunque no esté fuera de los lógicos cuestionamientos, porque es necesario que así sea y porque en definitiva a lo que nos encaminamos no es sólo a un proyecto común, que no deja de ser lo primero, pero también hacia quién es la persona que mejor lo representa. La descalificación y el insulto deben mantenerse al margen, así como las diferencias personales si se trata de llegar a fines políticos que beneficien realmente a la mayoría.

Pues bien, que debe decidirse o hacerse primero ¿el líder o el proyecto? El mismo proyecto no vale para todos los líderes y todos los líderes no encajan en el mismo proyecto. El tema de los coordinadores, gestores o representantes de grupos son otro elemento para el debate.

En definitiva: desembocamos en un galimatías donde se cuestionan los hechos sin recurrir al Derecho, y en el que los derechos de los militantes se dejan al margen según los distintos intereses de las partes en litigio. 
Finalmente lo que se consigue es que se perjudique la imagen del ejercicio político y de los partidos;  perdiendo las organizaciones y perdiendo las personas que se implican en las mismas, por unos y otros, por unas y otras.
Si el ejercicio de la responsabilidad política fuese una práctica habitual, nos encontraríamos con que las instrucciones y puesta en práctica real no sería algo tan utópico. Y acostumbramos a perder de vista que los objetivos de la organización deben anticiparse, priorizarse y anteponerse a los intereses personales y a las decisiones tomadas por sólo unos cuantos se encuentren donde se encuentren.

Cuando además hay que poner en juego otros elementos fundamentales como  la cordura y la sensatez, porque son requisitos indispensables para el ejercicio libre y real de la participación de todos y todas. Y porque además deberíamos tener en cuenta que realmente se contemplasen muchos elementos de los que se carece en la mayoría de situaciones, que se obvian o que ni siquiera se cuestionan y entre ellos tendrían que estar:
1. Tener toda la información
2. Tener todas las posibilidades de participación
3. Tener la capacidad de escuchar y de ser escuchado sin cortapisas. No es adecuado no acudir y no escuchar pero también es inadecuado no participar. 

Una casa, una mesa, una red, una sede no deben limitar las posibilidades de nadie.... ni coartar los intereses de un partido. Por eso y porque otras cuestiones como el mérito, la capacidad, la igualdad, la disponibilidad.... debieran tenerse siempre presentes. ¿Las tenemos? ¿somos conscientes de la responsabilidad que se asume cuando se acepta trabajar activamente en política? ¿valoramos que sólo somos un miembro más de un todo?
Hay cuestiones innegables como que ni todos sirven para lo mismo ni cualquier función puede ser desempeñada por quién sea. La dedicación, la preparación y la voluntad de colaboración, de trabajo, son piezas fundamentales a la hora de reconocer las posibilidades propias y las de los demás para desempeñar, representar o ejercer determinadas competencias. La idoneidad de todo y de todos deberían someterse a criterios... Muchas cosas, demasiadas que nos llevan a cuestionar si los pactos, las negociaciones, los tipos de listas, los acuerdos serán o no los más adecuados según qué circunstancias... Muchas cuestiones para las que aún no estamos preparados en esta partidocracia todavía inmadura en la que nos desenvolvemos...

Nos queda mucho camino por andar. Seamos constructivos con nuestras propuestas y aparquemos el derrotismo ilustrado y ese cainísmo tan frecuente que desde hace tantos años al único camino que nos han conducido, ha sido al del fracaso.




1 comentario:

  1. Por supuesto que no todos servimos para todo Blanca. Yo por supuesto no sirvo para algunas cosas.

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