Una sucesión de hechos protagonizados por los miembros de la familia real, en estos tiempos de crisis, en estos días que tantas familias oprimidas por la situación económica que no hemos creado pero que estamos pagando, nos hace cuestionarnos que pinta esa extraña familia en nuestro país.
Corrupción, tiritos, caza de elefantes... tienen nombre propio y un sentimiento de vergüenza ajena insuperable. ¿Es necesario que España siga teniendo una representación institucional de escaparate que hace el ridículo mundialmente?
No me hacen gracia los múltiples chistes que están invadiendo las redes en relación a estos asuntos. No me gustan porque la gente se busca la vida para llegar a fin de mes mientras que estos desalmados dan muestras de lo que no es la austeridad y de lo que es faltar el respeto a esta ciudadanía víctima de unos "mercados" que no tienen rostro, que son los que realmente deberían ser recortados, que son los que deberían pagar la especulación que beneficiaron a unos cuantos. A esos cuantos que posiblemente comparten los días de asueto y de cacería en Botsawa.
Os recomiendo un artículo muy clarificación para la reflexión y el debate en la línea de estas ideas que hoy planteo en este post. Por Antoni Gutiérrez-Rubí, para El País, micropolítica, ¿Y si no se hubiese caído?. Pincha, aquí.
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