"Como inspector tengo muchas oportunidades de hablar con los profesores. Les suelo preguntar por la siguiente cuestión: "¿Suspendería usted a un alumno que ha hecho mal el examen pese a que tuviera constancia de que el alumno domina aquello sobre lo que se preguntaba?". Mayoritariamente la respuesta es que sí, pese a que le constase su sabiduría. Fíjense: el objetivo es que el alumno sepa, y se traslada no a que lo sepa, sino a que lo exprese en un determinado día, a una determinada hora y con un determinado ritual. Es más, si el alumno ha podido copiar inadvertidamente, el profesor no lo ha pillado y, además, le consta la ignorancia del mismo, aprobará. ¿Qué modelo formal está a la base? Uno religioso: que lo más importante no es vivir en gracia de Dios, sino estar así en el momento de la muerte: ya podías llevar una vida virtuosa, que si cometías un solo pecado y te morías, todo lo bueno que habías hecho no te servía de nada; por el contrario, una vida disipada y contraria a la moral no se tenía en cuenta si en un momento dado te arrepentías y a continuación dejabas de existir. El paralelismo es perfecto cuando algunos docentes emplean el llamado examen sorpresa o sin avisar.
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Si a un ser humano que ha cometido un gran delito no se le coge, quedará impune para siempre jamás. No hay caridad, sino la suma de las obras caritativas que realizan los seres humanos concretos. No hay escrito ningún futuro, sino que éste va a ir brotando espontáneamente a partir de lo que hagamos en el presente. Estamos solos en medio de un despliegue descomunal de la naturaleza".
Artículo completo por Jaime Martínez Montero para Diario de Cádiz, hoy sábado 13 de agosto, pinchando aquí.
Grandes contradicciones existenciales, grandes injusticias sociales, paradojas de la vida donde pensamiento religioso y pensamiento laico aparecen indefectiblemente confrontados.
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