13 de octubre de 2010

Las cuentas del collar son de cristal.



Hoy podría estar sangrando palabras por los cinco sentidos,
contradictorias como las emociones
que en ocasiones ahogan el alma.

Hoy podría, como he hecho otras veces,
enterrar a algún vivo y escribirle su epitafio.
Renegar de las velas, de los taxis,
de los ascensores y de las grandes superficies,
comerciales, me libre Téllez.

Términos ilógicos, de los que inundan las ideas,
y confusiones de las que te empujan
a abandonar la bandera de la derrota,
no van a ocupar mis días.

Como en uno de esos, en el que escribí:
"Convertí en estrellas los sueños y en un pañuelo te los regalé.
Pero no estabas preparado para entender que el firmamento,
no debía ir de mano en mano".
Y triunfaron los versos en el facebook.

Te regalé un localizador de caprichos,
OHH37E, materializando las ilusiones imposibles.
Sin ataduras, tal y como somos. Libres siempre.
Pero tampoco lo entendiste.

Me encontré incomprensión y cobardía,
frustraciones y miedos ocultos,
entonces, alegremente, decidí despedirme.
Hasta que no te conozcas a ti mismo,
no habrá reencuentro posible.

Original, como de costumbre,
una espléndida comida,
una amplia sonrisa en la cara,
buenos deseos, palabras las justas,
y la vida por delante para volar.

Lo que es hoy blanco,
no puede ser mañana negro.

Un entrante caliente y otro frío,
donde servir la venganza,
más vale pronto, que tarde o nunca.
Sin máscaras.

No me gustan los platos de queso.
Se me acaba el tiempo,
todo está dicho.
Ese fue el adiós.

Sin carmín en los labios,
no se quedó el rojo pasión
en el perfil del vaso,
en ese momento no hacía falta,
ni que tú estuvieras para quitármelo.

Hoy me siento muy feliz,
no es perjudicial ser fetichista.
Por supuesto que he calculado
cada cuenta del collar.
Obsesiones, sin contagio por transmisión,
que no sean enfermizas, las precisas.

Blanca Flores para Ecos.


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