19 de junio de 2011

Filigrana

"Un analfabeto se dirigió a Arístides, a quien nunca había visto antes, y le pidió que escribiera el nombre Arístides en un trozo de cerámica, a fin de poder votar por el ostracismo de éste. Arístides le preguntó: ‘¿Qué mal te he hecho?’. El analfabeto contestó: ‘Ninguno. Y no le conozco, pero me molesta que todos le llamen Arístides el Justo’. Sin más, Arístides escribió su propio nombre en el trozo de cerámica."
Vida de Arístides. Plutarco.


Es inevitable. Disfruto.
Abarcas mis sentidos, me traspasas,
vuelves música armoniosa, estridente,
adagio, andante, allegro, vivace...

Quieta, calladamente, explotas a veces como amalgama,
regresas otras como vorágine en calma.
Te vas, vienes, te quedas, me habitas,
mueres, resucitas.

Te expandes en la partitura:
bemoles, sostenidos, claves de sol.
Me los regalas en esta primavera que se agota,
en una tarde de luz anaranjada, dulce y agónica.

Me detengo. Te transfiguras de nuevo.
Renazco. Me recorres y me atraviesas con tu transparencia.
Me entrego sin resistencia, sin estridencias,
me inundas. Crepúsculo de dioses.

Yazco de nuevo entre las líneas de tu pentagrama.
Inquieta emerjo a través de las gotas de tu energía vital,
difusa y confusa, con fuerza, con una dualidad que me eleva.

Sed. Alter ego. Crezco.

Gracias por existir melodía,
por darme la vida,
por ser el agua de la que bebo.

Blanca Flores Cueto. De Regalos exclusivos. A la música y al agua.

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