"Este clima de agresividad excepcional que existe en EEUU es aún más duro en España, donde se ha llegado al paroxismo con el objetivo de destruir al presidente", sostiene el catedrático de Sociología y ex ministro socialista José María Maravall.
"Es imposible atribuir una responsabilidad política al acto de un perturbado, pero sin duda estamos en un proceso agresivo de intolerancia que daña a todos y a la democracia", agrega Maravall, autor de La confrontación política (Taurus, 2009), quien considera que la derecha española "importó la estrategia de los sectores más duros de EEUU".
La tesis de Ortega coincide en buena medida con la de la socióloga Belén Barreiro, ex presidenta del CIS y ahora al frente del Laboratorio de la Fundación Alternativas. Barreiro sostiene que el PP ha jugado mucho la carta de la crispación, pero que ahora ya no le interesa: "En la primera legislatura de Zapatero, el debate giraba en torno al eje izquierda-derecha en un país de centro-izquierda y, por tanto, la crispación era el único mecanismo para tratar de imponer otra agenda que le fuera favorable". "En cambio, ahora el PP habla de economía y ya no necesita cambiar la agenda", añade.
Crispación mediática, tertulianos desatados, TDT en manos de la derecha... "Este lenguaje político agresivo, del que en buena parte son responsables los medios, es contraproducente para la política y malo para la democracia". La demonización es una amenaza. Y en la red también hay peligros...
Más en el diario Público, por Peré Rusiñol. Habría que cuidar el lenguaje político agresivo, no somos conscientes de sus consecuencias. Los episodios agresivos podrían evitarse, primero practicando con el ejemplo.
La foto es del blog, "The inn of the turnip".
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