Me regalas cada día,
sin saberlo y sin querer,
tu presencia inmaterial,
tu imposible e inevitable vaivén.
Impulsivo y sin tocarme,
desabrochas mi blusa
y levantas mi falda,
lentamente con prisas,
abres los corchetes de quita y pon.
Y vas y vienes a tu aire,
me inundas y me vacías
otra vez.
Sopla el viento, sube la marea,
te escondes y te asomas,
crees que no te ven.
Hablas y te callas,
te escucho y te cuelgo,
y me llamas sin mirar.
Y te amo y te odio
paseándome por cada uno de los vagones
de nuestro tren.
Bájate, déjame.
No te bajes, no me dejes,
voy descalza,
pon la música y cuenta al revés.
Poda los rosales,
viste la mesa con el mantel,
saca los vasos, pon ya los platos,
brindemos al atardecer.
Sensaciones, arco iris,
imprevisible, inesperado,
vuelves prohibido a tentarme,
sin llevar puesto cartel.
Blanca Flores Cueto, para Ecos
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