Este fin de semana se aborda de nuevo la polémica en torno al punto G, en El País por Luis Miguel Ariza.
"Exista o no, la polémica del punto G deja algo en lo que casi todos los expertos consultados coinciden. "Las investigaciones de la sexualidad femenina carecen de fondos suficientes y por ello no hemos avanzado mucho en cincuenta o sesenta años", asegura Spector. "Es algo que no se ha tomado en serio. Basta echar un vistazo al número de publicaciones en PubMed (siglas en inglés del Servicio Nacional de Literatura Médica de EE UU que recoge millones de citaciones médicas) y se verá que es muy pequeño, apenas un 10% con respecto a la sexualidad masculina. Hemos recibido comentarios de que no deberíamos gastar el dinero de los contribuyentes en este tipo de investigaciones. Mucha gente cree que los problemas sexuales de las mujeres no merecen ser estudiados". Para Emmanuele A. Jannini, esta falta de interés y el hecho de que el punto G no se haya estudiado suficiente obedece a las mismas razones por las que "descubrimos el tamaño y forma real del clítoris humano en una época tan reciente como 1998. Fue en ese año cuando un ginecólogo australiano casi anónimo, el doctor O?Connell, usó las técnicas más sencillas y banales empleadas por los anatomistas durante siglos para estudiar la macroanatomía de un órgano que nunca se había estudiado antes". Jannini se escandaliza ante la falta de interés mostrada por los ginecólogos y sobre todo por el hecho de que ni siquiera se hayan empleado ecografías para estudiar el tema. "No se trata de que el punto G haya eludido los esfuerzos de búsqueda de muchos científicos. Lo cierto es que no ha habido tantos científicos interesados en su estudio".
La otra conclusión es el marketing que baila alrededor del punto G, espolvoreado regularmente en las páginas en las revistas femeninas. Gran parte de su público "lo da por hecho", dice Spector. "En Estados Unidos hay muchos cirujanos plásticos que realizan operaciones para tratar de mejorar el punto G mediante silicona, y eso puede ser peligroso". Sara Nasserzadeh lo advierte: "Hay gente que se está aprovechando económicamente de esto. Prometen a las mujeres que mediante determinados procedimientos, como inyecciones de colágeno o de botox, pueden intensificar la estimulación sexual de esta zona, por lo que obtendrán más placer". Artículo completo en El País, accede pinchando aquí.
Esta supuesta zona erógena de la anatomía femenina ha dividido a la comunidad científica en los últimos años. ¿Existe? ¿Lo tienen todas las mujeres? ¿Está en la vagina o en el cerebro? Recientes estudios calientan aún más el debate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario