Este verano tuve la ocasión de recibir algunos mails desde Balombo. Cristina Santana, mi compañera y mi amiga me contaba desde allí su aventura. Cristina estudió conmigo Psicopedagogía. Compartimos juntas muchas horas, ha jugado con mis hijos y con los de mis amigos, es alegre, joven, entusiasta y entregada a los demás.
Cristina es una chica gaditana y una amiga de las de verdad. Sin importarle el tiempo, el dinero y su verano, no se le ocurrió otra cosa que irse de misiones. En el siglo XXI. Ayer, Beatriz Estévez en el Diario de Cádiz, le dedicó un reportaje para contar sus peripecias y yo no puedo remediar la oportunidad de traerla a mi blog.
"A este rincón africano no había ido antes ningún misionero, según cuenta la joven, y gran parte del tiempo que pasó en esa tierra lo invirtió en la escuela del municipio, impartiendo clases de Educación Física a los pequeños. Eso es justo lo que hace en el colegio de las Hijas de la Caridad Luisa de Marillac, de El Puerto.
Esta maestra también tuvo la oportunidad de ir en varias ocasiones al hospital de la zona, para compartir unos ratos de conversación con los enfermos y las mamás que estaban en las salas de Nutrición y Pediatría; y también ayudó en la organización de medicamentos y a pasar lista a las mamás que recogían leche para sus bebés".
Para leer entero, pincha aquí.
Creo que Cristina, desde su anonimato nos ha dado a todos y a todas una lección. Sobre todo a los que hoy en día solo miran por sus propios intereses y sus derechos, olvidando día a día, que hay tantos para los que no existen ni los derechos fundamentales como son por ejemplo, la educación. Desde aquí, mi reconocimiento y la satisfacción de que haya muchas "Cristinas" para conseguir de verdad ese mundo igualitario, que de una u otra forma algunos utópicos, perseguimos cada día.
¡Qué bueno que haya gente así!
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