21 de septiembre de 2010

Tormenta

Charcos en el desierto
y agua de lluvia peinando
las fachadas de la antigua ciudad.

Caballos desnudos cabalgan
por las ventanas sin cristales
de las azoteas.

Las torres miradores deslumbradas gritan
iluminadas por los rayos de los relámpagos.
Truena el cielo sin estrellas.
Aleixandre, espadas como labios,
se pasea en el espíritu nocturno.

Añicos en los puños
sin dolor, sin muecas,
sin desesperanza, ahogando
arrepentimientos inútiles.

Sombras de figuras en lo oscuro,
estremecidas, perdiéndose para encontrarse.
Pasiones contenidas estallan.

Tormenta aún de verano,
huele a mojado,
humedad en cada palmo de la piel.

Llueve. Resbalan palabras como las gotas
por los cuerpos ya extasiados.
Todo se llena de vida. Gloria.

Blanca Flores Cueto. Inédito para Ecos

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