28 de abril de 2011

Lo que importa es el clítoris.


Pues sí, o no. Intento no hablar para nada de mí en este blog, aunque a veces haga excepciones. Tengo que reconocer que soy bastante rebelde por naturaleza y que en ocasiones me rebelo, con o sin disimulo, porque es algo que no puedo remediar. Mi post de hoy no es consecuencia del inconformismo sino todo lo contrario. ¿Y por qué?

He presenciado una conversación que me ha parecido horrible. Me doy cuenta que hay muchas cosas que ni se tratan, ni se hablan con la naturalidad, ni la normalidad que debieran. Y me parece increíble que esto pase en este siglo XXI, más aún por parte de personas que en teoría defienden la igualdad. Estoy convencida de que las mujeres no somos las chicas de nadie. Es decir, que no pertenecemos a nadie, al menos; yo no me considero pertenencia de ser humano alguno. Ni nadie tiene porque sentirse avergonzado u orgulloso de ir acompañado por alguna de nosotras, seamos como seamos. Admito que más que ofensivas, me parecen ridículas las actitudes que pretenden el desprecio con comentarios tales, pero no las voy a dejar pasar.

Cuando todavía, en las relaciones humanas ordinarias se establecen diferencias, se hacen comentarios o se manifiestan actitudes que nos distancian por razones de sexo, me doy cuenta de que todavía tenemos que hablar de muchas cosas y aún nos queda mucho por avanzar.

Y es que quizá, ni nosotras mismas nos damos cuenta, pero en ocasiones somos sexistas en el lenguaje de una manera ofensiva. Mi cuerpo, mis decisiones, mi tiempo... son míos y no lo considero egoísmo. Mi única pertenencia es ser dueña de mí misma y de nadie más. No pretendo por tanto ser dueña de nadie, ni que nadie me pertenezca. A eso también le llamo: libertad.

Y en fin, que para calmar la indignación que hoy me embarga, nada como recomendar a mis amigas y a los amigos de mis amigas, un libro muy interesante de una mujer arriesgada, Sylvia de Béjar: Tu sexo es tuyo.

Se puede comprar por internet y a su interesante introducción en PDF, podéis acceder desde aquí.

La lectura es un placer y una mina de conocimiento, de apertura y de progreso.



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