"Y si yo no supiese hace ya tiempo,/
que tú eres fuerte cuando yo soy débil/
y que eres débil cuando me enfurezco".
Jaime Gil de Biedma
La relación epistolar es la forma de comunicación más íntima que puede existir entre dos personas. Tal es así, que en ocasiones el hecho de desvelar el contenido puede considerarse un delito. Escribir una carta es entregarse al otro en sensaciones, emociones, pensamientos, ideas, proyectos... es la más pura manifestación de ese hálito vital que nos mantiene y que solemos compartir con muy pocos amigos, con contados amigos a los que brindamos la confidencia sincera, el cariño, las inquietudes, las dudas, las penas y las alegrías que nos invaden. Diálogo y fraternidad son la más pura expresión de la carta, del mail en estos tiempos de nuevas tecnologías. Ser receptor de una carta íntima es un privilegio del que pueden disfrutar muy pocos en este mundo irreflexivo y lleno de prisas.
Si además en el ejercicio de redacción ponemos el empeño de que el escrito manifieste lo que queremos decir, y a su vez se pretenda un artificio lingüístico de pura creación literaria, fondo y forma en común unión, estamos sin duda; ante una obra de arte.
Todo el mundo no tiene la prebenda y la concesión de ser el depositario de esos "regalos" que no tienen precio. Sin embargo; dos artistas como son Joaquín Sabina y Luis García Montero, osados y atrevidos con la tinta, las ideas y la palabra van a ofrecernos su correspondencia, carteándose para nuestro disfrute, entre ellos pero para todos nosotros. Confesaré que hoy me he leído sus primeras cartas varias veces porque son un placer, son maestros en el dominio de este artilugio maravilloso que son la lengua, el discurso y la palabra.
Los viernes en el diario Público. "Querido hermano". "Coño brother".
Totalmente recomendable, un ejercicio retórico, cargado de humanismo y de intenciones. Unas entregas que prometen. Un mano a mano en tertulia lingüística: "Así que ninguna crítica fuera de tono, pero sí ese brillo en los ojos de verdad privada que permiten las letras de una correspondencia".
A la misma altura. Yo también brindo por la fraternidad en nombre de la izquierda, tú lo sabes, hermano. Escribirse es corresponderse con conversaciones a cuatro manos.
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