A estas alturas, nadie duda de que el Segundo Puente será finalizado. Un puente que más que constituir una obra necesaria en sí misma para la ciudad, se ha convertido en el símbolo de una efemérides y en el caballo de batalla que se disputan los principales partidos políticos como instrumento de campaña.
Y lo cierto es que la obra en sí misma, ya adolece de esa necesidad para la que se planteó hace más de una década. Desde el momento que la ciudad pierde población creciendo en el entorno de la Bahía y desde que se desdobla la Nacional IV a su paso por Puerto Real, el embudo y las largas retenciones que se producían en los años 90, desaparecieron tras la intervención del Ministerio que entonces dirigía Magdalena Álvarez.
Pero el puente está ahí, ahora como arma arrojadiza y de doble filo de cara al 12. Si bien la Alcaldesa, lo anunció a bombo y platillo para 2002, pretendiendo finalizarlo para 2005. Quedándose en evidencia ante el gran incumplimiento, intenta paradójicamente venderse como el alma mater del mismo. Y no sólo eso, con el impulso empapeló de vallas toda la ciudad, haciendo creer a muchos que la obra le pertenecía.
Cuando han llegado los tiempos de crisis y de vacas flacas, las inversiones en infraestructuras han sufrido los principales recortes como es lógico. Y en un primer momento fue una de las obras paralizadas. Es digno, lícito y loable que un representante municipal defienda y luche por los beneficios para su territorio, pero lo que hay que preguntarse es sobre la manera de poner ese empeño.
¿Era necesaria esa campaña de recogida de firmas para la continuación de las obras? A todas luces no, porque desde el gobierno central ya se habían tomado cartas en el asunto y se anunciaba la continuación de las mismas.
¿Qué pretendida intención había en el manifiesto? Algunos dicen que había que tapar con algo los impagos que se vienen sucediendo desde el Ayuntamiento a las pequeñas empresas, entre otros problemas. Un Ayuntamiento endeudado en una obra para un Estadio que pertenece a un club privado. Un Ayuntamiento que en tiempos de crisis malgasta en actuaciones que persiguen la política del escaparate para mantener la imagen del "qué bien lo está haciendo". Un Ayuntamiento agotado que pierde población, que tiene muy sucias las calles, que no se preocupa por la contaminación acústica ni lumínica que hay en la ciudad, en la que aparcar no es gratis, una ciudad que muere poco a poco como la mayoría de su gente, una ciudad que al final tendrá un segundo puente que servirá para entrar en ella. Pero que también servirá para darse la vuelta, salir corriendo y no volver más.
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