Ni nos damos cuenta, ni lo valoramos, pero si de algo podemos estar orgullosos a nivel mundial en este país, además de su equipo de fútbol; es de los servicios de salud y de educación de los que disfrutamos los españoles. Y eso se debe a una preocupación de nuestros gobiernos para que así sea.
Es lamentable que mirándonos siempre el ombligo, viendo sólo las repercusiones de la crisis y sus necesarios recortes, nuestra miopía nos impida valorar lo que tenemos, que son unas prestaciones públicas de calidad que grandes países desarrollados no tienen. Que las pagamos con nuestros impuestos, pero que las tenemos al servicio de todos y de todas. España es un país que ha trabajado la equidad y las políticas sociales para sus habitantes como casi ningún país en el mundo y eso está bien reconocerlo.
Ni Reino Unido, ni Estados Unidos, ni Italia... entre muchos otros gozan del estado de bienestar que aquí hemos alcanzado. Y ahora, con el informe Pisa, tal y como hablábamos antes de ayer; nos replanteamos nuestros logros educativos, de los que y a pesar de todo; también nos tendríamos que felicitar. Y deberíamos elogiar y cuidar lo que tenemos, porque si miramos a otros países desarrollados, el recorte o la inexistencia de los servicios a los que he hecho referencia, nos deberían dar luz sobre lo que hoy planteo para llevarnos a una necesaria reflexión.
La asistencia educativa y sanitaria están garantizadas constitucionalmente en España y se cumplen. Las universidades públicas españolas se adecúan al espacio europeo y persiguen la calidad y la excelencia, y se avanza, pero nos cuesta reconocerlo. Muchos puestos de trabajo dependen de estos servicios. Sin embargo, la crisis está mermando la prestación de estos servicios descaradamente en otros rincones del mundo:
"En el actual desguace del Estado del bienestar le ha tocado el turno a la educación pública, y en primer lugar a la superior. En Italia la reforma Gelmini se propone eliminar un gran número de profesores y reducir considerablemente los fondos destinados a la universidad y a la investigación".
"La idea de que sólo se puede combatir el déficit por el procedimiento del recorte del gasto social, ha escrito hace pocos días el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, “es un intento de debilitar las protecciones sociales, reducir la progresividad del sistema de impuestos y disminuir el papel y el tamaño del Gobierno mientras se dejan determinados intereses establecidos, como los del complejo militar-industrial, tan poco afectados como sea posible”. Por Josep Fontana, historiador, en Público.
La educación pública es una parte esencial de nuestros derechos sociales y una garantía del futuro de nuestras libertades. Ni podemos, ni debemos quedarnos con los brazos cruzados.
Acceso al artículo completo en el diario Público, pinchando aquí.
Ojo avizor: Los ataques a lo público de los sectores más conservadores de la derecha a nivel internacional, deberían hacernos pensar y permitirnos que nos diéramos cuenta de una vez por todas, de cual es el objetivo del capitalismo puro y duro: Los ricos serían más privilegiados aún y los pobres serán más pobres, anquilosados en su ignorancia.
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