Es el proceso de unión de varios sistemas o grupos en un sistema común que los incluye a todos.
Es el proceso opuesto al de la diferenciación / autonomización.
Las circunstancias que la hacen posible se refieren a la existencia de intensas transacciones entre los sistemas, o sea un intercambio que tiende a generar lazos de interdependencia; y a la existencia de una covarianza positiva de recompensas, o sea el hecho de que al producirse un cambio que beneficia a uno de los actores, es muy probable que se produzcan beneficios también para los otros.
Las circunstancias que la hacen posible se refieren a la existencia de intensas transacciones entre los sistemas, o sea un intercambio que tiende a generar lazos de interdependencia; y a la existencia de una covarianza positiva de recompensas, o sea el hecho de que al producirse un cambio que beneficia a uno de los actores, es muy probable que se produzcan beneficios también para los otros.
Se entiende por covarianza positiva la que aumenta los valores disponibles, disminuye el desequilibrio y reduce el nivel de tensión interna de los integrantes. El objetivo de la integración es generalmente acceder a un nivel de actuación que sería inaccesible para los actores aislados. Así, por ejemplo, un conjunto de países pequeños, que aislados no tendrían protagonismo ni posibilidades de autonomía en el escenario internacional, al integrarse logran realizar juntos esos objetivos.
Fuente de procedencia, aquí.
Tal y como está el contexto sociopolítico y económico, cabe preguntarse si en el seno de los partidos, ¿es aconsejable la integración? ¿y dentro de la izquierda?
Los valores de la integración refuerzan a los grupos que la componen. Una organización desintegrada, pierde credibilidad ante la ciudadanía. En los tiempos que corren, la llamada a la cohesión y a la suma, además de ser lo más coherente, suele encontrar la recompensa en las urnas.
La integración política es el ejercicio manifiesto de la democracia, la participación y la tolerancia. La integración es la puesta en práctica del consenso, del diálogo y de la actitud constructiva de las organizaciones. Hay que ponerla en juego, más aún en tiempos difíciles.
Mi opinión es que estamos transitando desde la democracia hacia un régimen absolutista en los partidos políticos y me baso en lo siguiente:
ResponderEliminar1º Falta de democracia interna al haberse creado el clientelismo político (te doy un empleo y a cambio tu me das el voto, el de tus familiares y allegados) que es el trueque necesario para poder controlar el partido.
2º Falta de debate interno en el seno del Partido, si se discrepa de la linea marcada del que hizo el trueque de los empleos por los votos, se quita el empleo (enchufe u otras cuitas).
3º Si alguno que no se ha beneficiado del clientelismo y solo lo mueve sus ideales políticos discrepa, se le aísla, se le instruye expediente y se le expulsa del Partido, porque el debate crispa el Partido y como suele decir el líder del Partido, ahora no toca discrepar ni dentro ni fuera del Partido (nunca toca y siempre hay un motivo para que no toque).
4º Si tocan elecciones el candidato a las mismas es el líder, o su dedo designa quien tiene que ser, porque los militantes del Partido podrían abrir un debate que no es lo mejor para el Partido y las condiciones no son adecuadas (tanto si estamos en época de bonanza, como en época de penurias).
Así que de integración nada, mejor ABSOLUTISMO que es en donde estamos y dejemos la integración para cuando toque, que seguro que no tocara nunca.
Desgraciadamente estoy mas de acuerdo con Luis que con el post. Es difícil ser optimista en este Tema.
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