12 de junio de 2010

Cien años de parlamentarismo desde Pablo Iglesias.


En Homenaje a esta gran figura histórica, es preciso recordar que Pablo Iglesias es reconocido como uno de los máximos líderes del movimiento obrero español. Fue, como todos los trabajadores sabemos, el cofundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888.
De ascendencia humilde, nació en el 18 de octubre de 1850 en El Ferrol (La Coruña). Paulino, como le llamaban familiarmente, asiste a la escuela desde los seis hasta los nueve años, momento en el que muere su padre, un peón municipal, y se traslada a vivir a Madrid en compañía de su madre y su hermano menor. Los tres hicieron el viaje a pie, tirando de un pequeño carromato en el que llevan los pocos enseres que poseían. En la capital, la madre tiene que pedir limosna e ingresa a los dos hijos en el Hospicio de San Fernando. Allí, el joven Iglesias acaba los estudios primarios y elige el curso de tipógrafo como oficio a aprender.
Con las propinas que recoge como repartidor comienza su afición por la lectura y el teatro. Cuando tiene doce años huye del hospicio para trabajar y ayudar a su madre. Ejerce su oficio en diferentes imprentas, mejorando poco a poco su salario.
En una de las ocasiones, le echarán por sumarse a una huelga y de nuevo sufre el paro, la miseria y la desgracia: su hermano muere de tuberculosis. Asiste a clases nocturnas y aprende francés, que le sirve para leer las obras de algunos clásicos de la ciencia política y más adelante, para realizar algunas traducciones de los socialistas franceses y entenderse en los congresos internacionales en los que participa.
Al amparo de las libertades que otorga la Constitución de 1869, la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) organiza una serie de conferencias en Madrid y a ellas asiste Iglesias y, en 1870, solicita su ingreso en la sección de tipógrafos. Poco tiempo después resultó elegido miembro del Consejo Federal de Madrid. La aparición de "La Solidaridad", periódico de la Internacional, le proporciona una ocasión para iniciar una intensa labor periodística que solo acabará al final de su vida.
Tras la ruptura de los anarquistas con Marx, Iglesias solicita su ingreso en 1873 en la Asociación del Arte de Imprimir y al año siguiente fue elegido su presidente. Desde esta nueva plataforma preparará durante varios años de labor clandestina la creación del segundo partido obrero de los que se constituirían en el mundo. El 22 de mayo de 1879, en un banquete de fraternidad internacional celebrado clandestinamente en Madrid, veinticinco personas (con Iglesias al frente) fundan el Partido Socialista Obrero Español.
En repetidas ocasiones irá a la cárcel por su cada vez mayor activismo político. La primera por una huelga en 1882 y la última, cuando tiene sesenta años. En todas las ocasiones rechaza las peticiones de indulto. También será víctima de la represión particular de los patrones que le niegan el trabajo. Gracias al periódico "El Socialista", que había fundado el 12 de marzo de 1886, y al salario que recibe como impresor, redactor y director del mismo, eludirá el hambre en más de una ocasión.
El 12 de agosto de 1888 se acuerda en Barcelona la creación de la Unión General de Trabajadores, nombre propuesto por Iglesias. Y en el Congreso de 1889 es nombrado presidente de su comité nacional, cargo en el que continuará hasta su muerte.
En 1890, cuando se celebra en Madrid por primera vez la jornada de lucha del Primero de Mayo, encabeza una impresionante manifestación y es el encargado de entregar al Gobierno las reclamaciones de las reformas legislativas, entre ellas la reforma de la jornada laboral a ocho horas.
En 1905 fue elegido por primera vez concejal del Ayuntamiento de Madrid y en las elecciones de junio de 1910, gracias a la alianza republicano-socialista a la que se había opuesto Iglesias, fue elegido (con el respaldo de 40.899 votos) primer diputado socialista que entra en el Parlamento español.
Su intensa actividad parlamentaria se va a limitar a los cuatro primeros años, ya que en 1914 el empeoramiento de su salud le impedirá asistir a la mayoría de las sesiones.
La escisión del partido en 1921 (cuando el PSOE, con el apoyo de Iglesias, adopta la línea socialdemócrata en contra de la III Internacional) y la constitución del Partido Comunista Obrero Español será mortal para la salud del viejo dirigente. En 1923 fue elegido diputado por última vez.
Aunque el fundador del socialismo español tenía una escasa formación teórica, su producción intelectual es cuantiosa y relevante. Desde su primer artículo, "La Guerra", firmado el 5 de diciembre de 1870 en "La Solidaridad" hasta el último, "El Proletariado vencerá", aparecido en "La Libertad" el 5 de diciembre de 1925, se pueden cuantificar unas dos mil colaboraciones en numerosos periódicos y revistas de España y del extranjero. Entre otros, escribió "El programa de nuestro partido", "Discurso", "Las organizaciones de resistencia", "El programa socialista", "Comentarios" y "Propaganda socialista". Tras su muerte fueron editados también muchos de sus escritos, como "Exhortaciones a los trabajadores", "Páginas escogidas", "Reformismo social y lucha de clases", "El Partido Socialista" y las reformas sociales" y "Antología crítica". Este conjunto convierte a Iglesias en uno de los mejores propagandistas, con la palabra y la pluma, del ideario socialista.
A su vez, pocos líderes obreros merecieron tanta atención y generaron tanta bibliografía como él. Fue objeto de vehemente defensa y furibundo ataque. De cualquier forma, su coherencia ética, su llamada a la regeneración y a la esperanza constituyen los rasgos fundamentales de su trayectoria vital.

l 9 de diciembre de 1925 falleció en Madrid. En un cajón de su humilde despacho dejó un sobre con 1.000 pesetas para "El Socialista", al que había estado vinculado desde su nacimiento.
El homenaje póstumo que se le tributó fue impresionante. Con la autorización del Gobierno, más de 150.000 ciudadanos acompañaron el féretro al cementerio civil de Madrid y desde todas las tribunas se le rindió un unánime y cálido recuerdo.
Ayer en Madrid recibió otro merecido homenaje. Además,sirvió para actualizar los principios del socialismo.

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