Cuando la inspiración viene sola, llama el insomnio a la puerta: el deseo de crear obliga. Transfigurarse en la experiencia de atrapar el verso y la idea es un acto de placer, dolor y trabajo. Así es la poesía, quién la ha sentido, disfrutado o sufrido, lo sabe. Éxtasis onírico y lírico que me fecunda. Recrear por los cuatro costados es vital para seguir despierta.
7 de noviembre de 2010
Estaba vacía.
Llegaste de regreso,
se acababa el viaje.
Sobre el sofá reposaba olvidada y brillante
la nueva maleta.
Un equipaje cargado de ilusiones,
sin flores marchitas,
sin luces a medias.
Un paseíllo, vuelta al ruedo
con mantillas cerca del burladero.
A menudo carcajadas,
tras cínicos gestos.
Y tiempo y lluvias,
días de sol y días negros.
Olor a jamines y
al agua podrida del florero.
Feria, verano y flamenco.
Otro otoño preparándose
para el invierno seco.
Pudiste por el camino
haberla llenado de emociones,
con todo lo que cabía dentro.
Pero no te paraste a mirarla,
ni a cuidar su contenido
ni a escuchar cada uno de sus ecos.
Un pañuelo para lágrimas,
una manta para el frío,
una toalla para el agua,
algo que diera abrigo...
Llegaste hasta el final,
y entonces la abriste.
Era ya muy tarde
para que te dieras cuenta,
de que estaba vacía,
la nueva y brillante maleta.
Blanca Flores Cueto, para Ecos, inédito.
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