En los últimos días se han sucedido acontecimientos por los que hemos tenido que lamentarnos, por los que han corrido ríos de tinta, por los que hemos golpeado una y otra vez las teclas de nuestros pecés. La eliminación del Ministerio de Igualdad, las palabras del alcalde popular de Valladolid... que vuelven a poner de manifiesto ese distanciamiento, ese desprecio hacia el papel que la mujer puede representar en la vida pública y para la cosa pública.
Otro motivo para indicarnos que tenemos que seguir y que queda mucho camino por recorrer, porque además los obstáculos que encontramos para nuestro desarrollo personal, para nuestra capacidad de dirigir, para nuestras tomas de decisiones están en la práctica muy lejos de lo que en realidad debieran estar en este siglo XXI.
Fernando Vallespín, en el artículo "Vuelve el hombre", retrata adecuadamente parte de lo que sucede:
"La imagen de la mujer como insegura y no fiable. Y, en fin, ahí están las rancias y rijosas declaraciones del alcalde de Valladolid; la mujer como objeto sexual del hombre.
Subordinadas, floreros, inseguras, volubles, objetos del deseo... De modo consciente o inconsciente siguen funcionando los estereotipos, que se trasladan con facilidad al espacio de la política. Con el agravante en este caso de que a aquellos que osamos elevar la voz en su defensa enseguida se nos tapa la boca acusándonos de ceder ante lo políticamente correcto, como si lo normal, lo correcto de verdad, fuera tener que pensar en la línea de lo dominante". Artículo completo, aquí.
¿Quedan con estas decisiones contentos los hombres o la derecha?¿Es este el camino?
No es éste el camino de la igualdad precisamente: ni subordinadas, ni dependientes, ni volubles... muchas diariamente caminaremos por el arcén porque no nos dan otro sitio, pero no estamos dispuestas a que se nos enmarque en el paisaje que se dibuja, o en el que al menos, muchos estarían encantados de encontrarnos.
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