El tiempo avanza
apoyado en un bastón de huesos de muertos.
El filo del insomnio
corta el cuello de la noche.
El sol parece decir a su claridad:
deslumbra mis ojos
para no ver.
El día teme al día,
la noche se oculta de la noche,
el sol se frota los ojos y suspira:
no puede creer lo que ve.
Gracias
al polvo que se mezcla con el humo
de los incendios y lo mitiga,
al intervalo entre bomba y bomba,
a las baldosas que no cesan
de sostener mis pasos.
Gracias a la roca que enseña paciencia.
Experimento la borrachera de las explosiones,
la embriaguez del ruido,
y disparo mi rostro
por el espacio de las probabilidades.
La luz se extinguió.
Encenderé el astro de mis sueños.
Tómame, amor
y abrázame.
ADONIS, Siria, 1930
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