29 de abril de 2010

Gordon Brown o el coste político del desprecio.

Brown llega al debate tocado por su metedura de pata de la víspera, cuando un micrófono que él creía desconectado grabó sus palabras despectivas hacia una mujer de 66 años con la que acababa de tener un áspero intercambio de opiniones sobre la situación en el Reino Unido, y en particular sobre la inmigración.

El líder laborista y primer ministro saliente en el gobierno británico: Gordon Brown puede pagar muy caro el desprecio público hacia una de sus votantes.

¿La ciudadanía tiene que soportar el reproche de los gobernantes?¿Los dirigentes vienen a servir o a ser servidos?¿Ante un líder no cabe el derecho a opinar, a expresarse o a manifestar el desacuerdo ante las decisiones?

La falta de democracia participativa y su gesto sectario puede costarle el puesto. Estas actitudes provocan el desapego hacia la política de los militantes y su merman su voluntad de colaboración.  Los errores se pagan y desconozco el motivo por el que estos errores me traen recuerdos.

3 comentarios:

  1. Como me decía Josefina Aldecoa, los prejuicios son enemigos de la inteligencia...Allá en Parra, hace unos años con Felipe... a lo que siempre me adhiero..

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  2. Pues sí, Blanca, actitudes como las de Mr. Brown ya le están pasando factura. La señora aludida se ha negado a darle la mano cuando él ha ido a su casa (El País 30 abril). Aunque sea un pequeño gesto hay que insistir en que la dignidad no puede ser pisoteada. Y la política está llena, afortunadamente, de pequeños y grandes gestos.

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  3. Blanca querida, veo con horror que un duende tipográfico dijo PARRA por PARLA que espero hayan sabido captar los lectores.

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