Cuando la inspiración viene sola, llama el insomnio a la puerta: el deseo de crear obliga. Transfigurarse en la experiencia de atrapar el verso y la idea es un acto de placer, dolor y trabajo. Así es la poesía, quién la ha sentido, disfrutado o sufrido, lo sabe. Éxtasis onírico y lírico que me fecunda. Recrear por los cuatro costados es vital para seguir despierta.
19 de abril de 2010
La noche se acaba.
He sentido el rechazo
escupiéndome a la cara,
pero no me hizo daño.
Me ha dolido sentir
hieráticos gestos,
cortantes palabras.
La tensión de tu cuerpo
me paralizó,
cuando buscaba tu aliento.
Suenan campanas que tocan a muerto,
se afilan cuchillos que cortan el viento.
Abro la puerta, la luna está llena,
la noche respira con ventanas cerradas.
Me levanto del sueño
y mi corazón despierto
no entiende de entuertos.
Me paseo por un cementerio de vivos
que se tomaron como desprecios,
mis gestos de aprecio.
Creo que deberían llenar de agua limpia,
el estanque de los patos.
Blanca Flores Cueto, para Ecos.
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